Fotografía de Jagoba MANTEROLA/FOKU |
Jorge Oteiza solía buscar refugio en casa de Ulibarrena cuando su atormentada mente necesitaba un respiro. Fue en una de estas ocasiones, mientras Oteiza divagaba, cuando el de Azkoien le cortó el discurso diciéndole: «Oye, Jorge, la verdad es que sabes un montón de escultura. El día que consigas hacer una, me la enseñas para que la vea».
Ulibarrena nunca dejó de ser un niño grande y disfrutón, de risa fácil. Y como artesano, siempre le dio mil vueltas a Oteiza. Acostumbraba a reírse mucho tanto de Oteiza como de Chillida. Los conoció en esos encuentros del arte vasco que despuntaba. Solía contar también cómo, en una ocasión, las parejas de Oteiza y de Chillida acabaron por los suelos enredadas en una pelea tirándose de los pelos acusándose la una a la otra que su marido le copiaba al otro.
El de Azkoien –quizá más de Arteta que de Azkoien– no copió a nadie. Y a su vez, a él era harto difícil copiarle. Su obra quizá no perdure tanto como la de los otros dos, porque a él el material le daba muy igual. Lo mismo tallaba en madera que en cartón. No le importaba perdurar. De eso él también se reía.(...)"
Para leer el artículo completo de Aritz Intxusta en Naiz.eus (2020/04/20), pinchar en este enlace.
Joxe Ulibarrena fue homenajeado en el Museo Etnográfico de Arteta a finales de noviembre de 2019. En 2016 recibió el Premio Txondorra de la Asociación de Amigos del Olentzero en colaboración con el Ayuntamiento de Iruñea.
Enlace a la entrada de la BiblioNa del documental sobre Xose Ulibarrena (2019/12/01)