NUESTRA PARTE DE NOCHE, de Mariana Enríquez


Empieza la novela con el viaje de un padre y su hijo de seis años por carretera... pero de alguna manera sabemos desde siempre (¿desde cuándo?) que no se trata de un padre cualquiera, ni de un hijo cualquiera, y que ese viaje que emprenden a través de Argentina tampoco lo es. Un dolor de cabeza se mantiene punzante a lo largo de toda la novela para recordarnos el sacrificio físico, la imposibilidad de los protagonistas de vivir como los demás, pues ellos son los elegidos, los médiums, los predestinados antes de nacer. Y a través de ellos vamos descubriendo un mundo paralelo donde otros dioses -mucho más atroces, mucho menos piadosos- reinan y habitan en paralelo a los nuestros. Algunas casas que son una cosa por fuera y otra muy distinta por dentro, y pasillos de hotel donde deambulan presencias que no todos pueden ver. Encontramos cuerpos enteros y cuerpos mutilados que desaparecen para siempre, o fosas comunes donde los huesos de los muertos de la Dictadura se mezclan con los huesos de los muertos que alimentan a la Oscuridad. 
Para disfrutar esta novela hay que encontrar placer en el terror puro, a veces explícito -como la tortura de un niño inocente- y otras veces oculto y callado -como una mano que te acaricia en la oscuridad-. 
Hay que haberse apasionado con las cartas de Jonathan Harker a su prometida Mina en "Drácula" de Bram Stoker, hay que haber sido adolescente y looser mientras te leías "It" de Stephen King, hay que haber perdido el juicio en los oscuros laberintos de la temible "Casa de hojas" de Mark Z. Danielewsky y haber gozado con los cuentos de Poe, Lovecraft y las historias de fantasmas y aparecidos del pueblo de tu abuela. En definitiva, tender hacia la fantasía y lo inexplicable, lo supersticioso y hasta lo macabro.  
Sin embargo, esta novela es mucho más que una historia de género y consigue retratar lo que ocurría en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX, el poder de algunas familias aristocráticas, sus lazos con una Orden secreta de rituales sangrientos. Mezcla la historia reciente de ese país con una historia imaginaria, igualmente cruel y sangrienta, que transcurre en paralelo y con la que comparte temas como el abuso de poder, la ambición, la esclavitud, la tortura o la rebelión.
Para terminar, advertir que los mejores pasajes de esta novela tan magníficamente narrada se encuentran a nuestro parecer en los diálogos entre padre e hijo (Cormac McCarthy en "La carretera"), que registran dosis de amor tan abrumadoras que en ocasiones consiguen eclipsar todo lo maligno que les rodea. También encontramos deliciosa la relación a través de los años de cuatro vecinos amigos -dos niños y dos niñas- que nos recuerda la maestría en el dibujo de personajes del rey del terror Stephen King. 


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