domingo, 27 de junio de 2021

"Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar

"Revisé mis propias obras… Llegaría un día en que alguien tuviera deseos de leer todo eso. Un grupo de versos obscenos me hizo vacilar, pero acabé por incluirlos. Nuestros poetas más honestos los escriben parecidos. Para ellos son un juego; yo hubiera preferido que los míos fuesen otra cosa, la exacta imagen de una verdad desnuda. Pero ahí, como en todo, los lugares comunes nos encarcelan; empezaba a comprender que la audacia del espíritu no basta para librarse de ellos y que el poeta sólo triunfa de las rutinas y sólo impone su pensamiento a las palabras gracias a esfuerzos tan prolongados y asiduos como mis tareas de emperador."

                                                                                                    Memorias de Adriano

Marguerite Yourcenar había reiniciado la escritura de "Memorias de Adriano" en 1949, finalizada la II Guerra Mundial, cuando llegó a sus manos un baúl abandonado en el hotel Meurice de Lausana antes de su viaje a Estados Unidos. Contenía papeles familiares, cartas antiguas… que se dedicó a quemar, hasta llegar a unas páginas que comenzaban: “Querido Marc…”, y recordó que aquel Marc era Marco Aurelio y que aquellos papeles eran el comienzo de la primera versión de Adriano, iniciada en 1927, cuando tenía veintiún años, porque había encontrado en la correspondencia de Flaubert una frase que no olvidaría jamás: “Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo”. Como ella dice: “Desde aquel momento, lo único que me importó fue reescribir aquel libro, costara lo que costara”.

Las palabras que escribe Adriano no serían muy distintas a las que la propia autora podría suscribir, e incluso su juicio llega claramente hasta nuestros días.

"Me repetía que era vano esperar para Atenas y para Roma esa eternidad que no ha sido acordada a los hombres ni a las cosas… Esas formas sapientes y complicadas de la vida, esas civilizaciones satisfechas de sus refinamientos del arte y la felicidad, esa libertad espiritual que se informa y que juzga, dependen de probabilidades tan innumerables como raras, de condiciones imposibles de reunir y cuya duración no cabe esperar. Destruiríamos a Simeón; Arriano sabría proteger a Armenia de las invasiones alanas. Pero otras hordas vendrían después y otros falsos profetas. Nuestros débiles esfuerzos por mejorar la condición humana serían proseguidos sin mayor entusiasmo por nuestros sucesores; la semilla del error y la ruina, contenida hasta en el bien, crecería en cambios monstruosamente a lo largo de los siglos. Cansado de nosotros, el mundo se buscaría otros amos; lo que nos había parecido sensato resultaría insípido, y abominable lo que considerábamos hermoso… Veía volver los códigos salvajes, los dioses implacables, el despotismo incontestados de los príncipes bárbaros, el mundo fragmentado en naciones enemigas, eternamente inseguras… continuaría el juego estúpido, obsceno y cruel, y la especie, envejecida, le incorporaría sin duda nuevos refinamientos de horror…"

                                                                                                  Memorias de Adriano

 Marguerite Yourcenar nació el 8 de junio de 1903 en Bruselas, en el seno de una familia artistocrática y acomodada, y quedó inmediatamente huérfana de madre (...).


Fragmentos sacados del fantástico artículo de Carmen Frías para "El vuelo de la lechuza":

https://elvuelodelalechuza.com/2017/08/02/yourcenar-la-musica-de-las-palabras-desde-la-primera-etapa-hasta-memorias-de-adriano