Carmen Conde Abellán (Cartagena, 1907 – Majadahonda, 1996)
fue una poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española, considerada una de las voces más significativas de la generación poética del 27. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española, pronunciando su discurso de entrada en 1979: “Vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria", le espetó a los académicos.
La escritura fue la pasión de Carmen Conde desde niña, cuando lo hacía debajo de la cama porque sus padres no apreciaban ni daban valor a sus aspiraciones literarias. Leer y escribir se convirtieron en una especie de obsesión que tuvieron su recompensa con una brillante carrera literaria y una prolífica obra tanto epistolar, como de poesía, prosa, ensayos y cuentos.
En esos años publicó algunas de sus obras poéticas más importantes: ‘Ansia de la Gracia’, ‘Mujer sin Edén’, ‘Mientras los hombres mueren’. Con el poemario ‘Ansia de la gracia’, Conde entró en el mundo editorial, ya que hasta entonces había hecho ediciones de pocos ejemplares. Es un poemario cuyo tema central es el erotismo y sus imágenes están en relación con la naturaleza, destacando entre ellos el poema ‘Primer amor’.
Desde 1984, en reconocimiento a su gran aportación a la literatura española, la editorial Torremozas convoca el Premio Carmen Conde de poesía dedicado a mujeres. Tras su fallecimiento, su sillón en la Real Academia Española lo ocupó en 1988 otra mujer, la segunda en la institución cuyo lema es ‘Limpia, fija y da esplendor’, Ana María Matute.
Extractos del artículo de Alberto López en el País (2018/08/15)
Desde 1984, en reconocimiento a su gran aportación a la literatura española, la editorial Torremozas convoca el Premio Carmen Conde de poesía dedicado a mujeres. Tras su fallecimiento, su sillón en la Real Academia Española lo ocupó en 1988 otra mujer, la segunda en la institución cuyo lema es ‘Limpia, fija y da esplendor’, Ana María Matute.
Extractos del artículo de Alberto López en el País (2018/08/15)
Hallazgo
Desnuda y adherida a tu desnudez.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en el agua plana de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.
Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás desceñir mi sueño
porque el cielo descansará en mi frente.
Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
Navegaremos juntos, tú serás mi vela,
y yo te llevaré por mares escondidos.
¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.
Amor
Ofrecimiento.
Acércate.
Junto a la noche te espero.
Nádame.
Fuentes profundas y frías
avivan mi corriente.
Mira qué puras son mis charcas.
¡Qué gozo el de mi yelo!
En la Biblioteca de Navarra han hecho una selección de sus obras para que las conozcáis más a fondo. Las podéis encontrar en la zona de autopréstamos en la planta 0.
¡A qué esperáis para descubrirlas!
Desnuda y adherida a tu desnudez.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en el agua plana de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.
Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás desceñir mi sueño
porque el cielo descansará en mi frente.
Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
Navegaremos juntos, tú serás mi vela,
y yo te llevaré por mares escondidos.
¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.
Amor
Ofrecimiento.
Acércate.
Junto a la noche te espero.
Nádame.
Fuentes profundas y frías
avivan mi corriente.
Mira qué puras son mis charcas.
¡Qué gozo el de mi yelo!
En la Biblioteca de Navarra han hecho una selección de sus obras para que las conozcáis más a fondo. Las podéis encontrar en la zona de autopréstamos en la planta 0.
¡A qué esperáis para descubrirlas!
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