Y la piedra cantó
¿Qué fue lo que pasó?
Yo no era una mística
que iba descortezando el mundo, capa tras capa
para alcanza la Nada que Es.
No, eran las visiones que venían a mí
y sorprendían a un cuerpo doliente.
Como si el mundo estuviese ensamblado por tonos.
Cuando los dolores eran más intensos
percibía una corriente de aire que escribía en mí—
el aliento de Dios.
No malinterpretéis. Lo que se creaba
era corporal como el lavarse y los quehaceres de cocina.
Bromeaban sobre mis banalidades,
mis recetas de gachas de espelta
y palabras descaradas sobre el deseo de la mujer.
Y yo era, en todo caso, una vieja que cojeaba
en una celda que olía a moho.
Pero era precisamente esa cotidianidad
lo que daba sustancia a mis visiones.
Y ahora. ¿Qué es lo que se abatió sobre mí?
Me dolía intensamente en los adormilados huesos
en mi relicario en Eibingen.
Y gritaba en la oscuridad: ¡Hildegard!
Oí a la bóveda recobrar el aliento—
y la piedra, ¡la piedra cantaba!
Mis melodías que habían dormido en los muros
durante ocho siglos
y ahora volaban bajo el techo como golondrinas
eran a un tiempo mías y no mías.
Esas voces que hacían legible la creación,
esos tonos que derrotaban el dolor
eran transportados por el aliento
que una vez recibí prestado.
Kjell Espmark
Traducción de Francisco J. Uriz
Revivir, de Kjell Espmark. Libros del Innombrable, Zaragoza: 2021
Kjell Espmark (Strömsund, Suecia, 1930). Poeta, novelista e historiador literario. Profesor universitario de Literatura Comparada de la Universidad de Estocolmo. Desde 1981 es miembro de la Academia Sueca y presidió el Comité Nobel de 1988 a 2005.
Autor de una importante obra ensayística, en la que destacan sus trabajos sobre poesía moderna, ha publicado doce libros de poemas y nueve novelas. Su obra literaria le ha merecido una serie de menciones entre las cuales se destacan el premio Carl Emil Englund y el premio literario del periódico Svenska Dagbladet.
Figura de Gilgamesh del palacio de Sargon II (Museo del Louvre). |
Sobre el libro, escribe el autor:
"Hay una resurrección incluso del más profundo olvido. Miles de años estuve enterrado en arena e indiferencia hasta que me sacaron a la luz, me quitaron la arena de los ojos y trataron de ponerme de pie. Me proporcionaron un pasado con ayuda de unos signos que habían estado largo tiempo en desuso y recuperé el nombre de Gilgamesh."
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