"Al día siguiente del confinamiento no nos despertaremos en un mundo nuevo, sino exactamente en el mismo en el que vivíamos, que todavía será un poco peor".
Así de contundente, haciendo gala de su cruda y a menuda tildada de oscura manera de ver el mundo, Michel Houellebecq aparecía ayer en escena con una carta leída en la emisora France Inter y titulada "Un poco peor".
Mostrándose contrario a todos los que afirman que el coronavirus hará que nada ya vuelva a ser como era, el más influyente y polémico autor de la literatura francesa contemporánea considera:
"Nada cambiará porque ya hace tiempo que empezó a hacerlo; Occidente no será eternamente la zona más rica y desarrollada del planeta. Todo eso se ha acabado, pero ya hace tiempo que se acabó, por lo tanto, no es ninguna primicia".
Como pasa en todas sus novelas, cualquier texto de Michel Houellebecq filtra siempre altas dosis de humor negro en medio de párrafos aparentemente crudos o inflamables, por eso no es de extrañar que la carta empiece haciendo una apreciación tan cierta como impactante vivida en las últimas semanas: "Desde el coronavirus, la inmensa mayoría de correos electrónicos que envía la gente de mi edad no son por nada en concreto, sino sencillamente para comprobar si la otra persona está viva o muerta".
"Hemos visto como las víctimas eran enterradas de forma casi clandestina, sin testigos y después de haber muerto solas en un hospital, convirtiendo seres humanos en poca cosa más que un número más: cifras en estadísticas".
Enlace al artículo de Pep Antoni Roig para "Cultura inquieta" (2020/06/01)
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