domingo, 21 de marzo de 2021

¡Feliz Día Mundial de la Poesía!

 


NO OS CONFUNDÁIS

Y cuando ya no quede nada
tendré siempre el recuerdo
de lo que no se cumplió nunca.
Cuando me miren con áspera piedad
yo siempre tendré
lo que la vida no pudo ofrecerme.
Creedme:
todo lo que pensáis que fue destrozo y pérdida
no ha sido más que conjetura.
Y cuando ya no quede nada
siempre tendré lo que me fue negado.
No os confundáis: con lo que nunca tuve
puedo llenar el mundo palmo a palmo.
Tanto miedo tenéis que no habéis advertido
la riqueza que se oculta en la pérdida.
Desdichados,
poca ganancia es la vuestra
si nunca habéis perdido nada.
Yo sí he perdido:
yo tengo, como el náufrago,
toda la tierra esperándome.


Francisca Aguirre fue una poeta nacida en Alicante en 1930. Creció en el seno de una familia de artistas y se formó de manera autodidacta. Al finalizar la Guerra Civil, su padre, el pintor Lorenzo Aguirre, fue condenado a muerte y ejecutado a garrote vil en 1942. Comenzó a trabajar con quince años de telefonista y frecuentó las tertulias del Ateneo de Madrid y el Café Gijón, donde estableció relación con autores como Miguel Delibes o Antonio Buero Vallejo. En aquel ambiente conoció a Félix Grande, con quien se casó en 1963. Ambos eran amigos íntimos de Antonio Gala. Fue una militante política activa y perteneció, por su fecha de nacimiento, a la generación del 50, aunque la tardía publicación de su primer poemario supuso que su nombre se viera excluido de las antologías y que sólo desde hace unos pocos años se haya hecho justicia reconociéndola como una autora de primera línea. 
Algunas de sus obras más destacadas son Ítaca (Premio de Poesía Leopoldo Panero, 1972), que fue un hito de la poesía escrita por mujeres en la segunda mitad del siglo XX, Trescientos escalones (Premio Ciudad de Irún, 1976), La otra música (1978), La herida absurda (2006), Nanas para dormir desperdicios (Premio Alfons el Magnànim, Hiperión, 2008) o Historia de una anatomía (Premio Internacional Miguel Hernández-Comunidad Valenciana, Hiperión, 2010), por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 2011. En prosa publicó el libro de relatos Que planche Rosa Luxemburgo (1995) y las memorias Espejito, espejito (1995). En 2018, la editorial Calambur publicó su obra completa bajo el título Ensayo general. Poesía Reunida 1966 – 2017, y en noviembre de ese mismo año recibió el Premio Nacional de las Letras. La propia autora afirmó que esperaba que ese reconocimiento sirviera para reivindicar la herencia de todas esas voces femeninas que fueron quedando de lado por doble motivo: por ser mujeres y por estar exiliadas. Murió en Madrid el 13 de abril de 2019.

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