jueves, 8 de abril de 2021

Bicentenario de Charles Baudelaire (París, 1821-1867)

Foto: Étienne Carjat (Galerie contemporaine littéraire artistique British Library)

"(...) Pronto se vio que Charles Baudelaire venía a cantarle al mal, a la noche, al alcohol y las drogas, a la prostitución y al vicio sin que nadie, ni su familia, que quiso enviarlo a Calcuta en un barco mercante; ni el gobierno francés, que lo procesó tras la publicación de Las Flores del Mal; pudiera detenerle. Una personalidad literaria arrolladora, las influencias de aquellos a los que había estudiado en su función de crítico de arte contemporáneo (Edgar Allan Poe, E. T. A. Hoffman o Balzac), y esa imagen de tierno niño malo le colocarían, para siempre, en el frontispicio de la poesía universal. (...)

Por su segundo centenario conviene echar la vista atrás y comprobar qué hubiera sido de la poesía sin Baudelaire. Porque sin Baudelaire no habría, por ejemplo, Rimbaud o Verlaine. No habría, tampoco, Darío ni Juan Ramón. Seguramente algunos autores canónicos, como Eliot o Breton, se habrían quedado en la mitad. Cabe preguntarse qué hubiera sido de La bohème de Giacomo Puccini, del Naturalismo de Emile Zola o de las célebres Luces de Bohemia de Valle-Inclán. Es cierto que no pudo cambiar el mundo, si es que este precepto cursi resulta verosímil, pero sí pudo cambiar la concepción del arte. Como el albatros de su obra, resultaba majestuoso al verlo extender las alas en sus estrofas, tanto como ridículo resultaba al verlo poner las patas en el suelo de la bohemia. (...)"

Carlos Mayoral (https://theobjective.com/elsubjetivo/baudelairianos)


Retratos de Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire en el suburbio parisiense de Chanteloup-les-Vignes, donde se rodó la película 'El odio', de Mathieu Kassovitz. (Joel Saget / Getty Images)

Charles Baudelaire (París, 1821 - 1867), poeta francés considerado como uno de los máximos exponentes del simbolismo y, a menudo, como el iniciador de la poesía moderna

Primera edición de Les fleurs du mal con anotaciones del autor.

El 30 de diciembre de 1856, Baudelaire había vendido al editor Poulet-Malassis un conjunto de poemas, trabajados minuciosamente durante ocho años, bajo el título de Las flores del mal, que constituyó su principal obra y marcó un hito en la poesía francesa. El poemario se presentó el 25 de junio de 1857 y provocó escándalo entre algunos críticos.


Gustave Bourdin, en la edición de Le Figaro del 5 de julio, lo consideró un libro "lleno de monstruosidades", y once días después la justicia ordenó el secuestro de la edición y el proceso al autor y al editor, quienes el 20 de agosto comparecieron ante la Sala Sexta del Tribunal del Sena bajo el cargo de «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres». Sin embargo, ni la orden de suprimir seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le fue impuesta impidieron la reedición de la obra en 1861. 

OBSESSION 

Grands bois, vous m'effrayez comme des cathédrales;
Vous hurlez comme l'orgue; et dans nos coeurs maudits,
Chambres d'éternel deuil où vibrent de vieux râles,
Répondent les échos de vos De profundis.

Je te hais, Océan! tes bonds et tes tumultes,
Mon esprit les retrouve en lui; ce rire amer
De l'homme vaincu, plein de sanglots et d'insultes,
Je l'entends dans le rire énorme de la mer

Comme tu me plairais, ô nuit! sans ces étoiles
Dont la lumière parle un langage connu!
Car je cherche le vide, et le noir, et le nu!

Mais les ténèbres sont elles-mêmes des toiles
Où vivent, jaillissant de mon oeil par milliers,
Des êtres disparus aux regards familiers.



OBSESIÓN

Vosotros, altos bosques, me amedrentáis como catedrales;
aulláis igual que el órgano; y en nuestros corazones malditos,
cámaras de duelo eterno donde resuenan antiguos estertores,
se repiten los ecos de vuestros De profundis.

¡Océano, te odio! Tus brincos y tumultos
los encuentra mi espíritu en sí; la risa amarga
del hombre derrotado, llena de sollozos y de insultos,
yo la escucho en la risa tremenda de la mar.

¡Cómo me gustarías, oh noche, sin esas estrellas
cuya luz habla un lenguaje consabido!
¡Pues yo busco el vacío, y lo negro, y lo desnudo!

Pero las tinieblas son también ellas lienzos
donde viven, brotando de mis ojos a miles,
seres desaparecidos de miradas familiares.

Estudio en acuarela para 'La amante de Baudelaire', de Édouard Manet. (Kunsthalle Bremen) 

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